Hace un año tomé una de las decisiones más atemorizantes de mi vida: renunciar. Una decisión que mi esposa me alentaba desde hace meses, pero el temor de no tener para comer estaba siempre presente. Hubo una persona que me ayudo a dar este paso. Esta es la historia de cómo decidí apostar por ser un YouTube de poco éxito (y no me arrepiento):

Ha pasado un año. No tengo empleo, no soy una sensación viral ni tampoco me muero del hambre. Si, no puedo darme el lujo de comprar el último gadget. Pero soy más feliz haciendo lo que me gusta con poca plata. Mucho más feliz que toda la plata que mi anterior empleo me daba. A la final el estrés por la plata lo tengo igual, pero que distinto es despertarse y saber que hoy haré algo que aunque sea un poco, hará mejor al mundo.
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